jueves, 23 de octubre de 2008

Física Cuántica. El Reino de la Creación
Fecha del artículo 1/12/2003

La ciencia moderna es la nueva religión del mundo. En la mente madura del hombre la evidencia nos conduce al camino de la verdad. La ciencia no inventa las cosas, simplemente las descubre y describe, de esta manera la ciencia no inventó la fotosíntesis por ejemplo, simplemente la descubrió y la describió. Ciencia y religión convergen porque ambas son descripciones de la realidad, esta realidad a la que podemos llamar universo o Dios indiscriminadamente sin cometer fallo alguno.
Hasta hace alrededor de un siglo, la ciencia tenía su terreno donde todo le era claro. A través de la química, la biología y la física un científico puede predecir prácticamente cualquier suceso y describirlo sin rango de error, pero este estudio se limita siempre al mundo material. La religión entonces tomaba todo lo que quedaba fuera: Espiritualidad, sentido de la vida, supervivencia del alma a la muerte, etc.
En 1900 el físico Max Planck cambió este modelo para siempre. Tratando de resolver un problema de radiación, expuso una teoría que decía que la energía al igual que la materia está formada por pequeñas unidades llamadas “quantos” en vez de ser un continuo energético como de había pensado con anterioridad.
El estudio de la física cuántica cambia todo nuestro entendimiento sobre los fundamentos básicos del universo conocido. Con ella, la ciencia ingresó sin proponérselo a este campo que tradicionalmente había sido terreno religioso llamado “mundo espiritual”.
En primer lugar la física cuántica ha demostrado en sus intentos por comprender las leyes que rigen el mundo de las partículas subatómicas que el observador de la materia, es decir la conciencia, altera el mundo subatómico cuando éste es observado. Esto nos ha llevado a muchísimas conclusiones científicas, morales y espirituales. En otras palabras, la física cuántica ha demostrado que somos co-creadores del universo junto con Dios, que si vemos un árbol en vez de un cúmulo de moléculas en acción es porque la conciencia humana concede a la realidad estas características particulares.
Y ahora si, cuando recordamos ese antiguo Coan Zen que nos pregunta “Si un árbol cae en el bosque y no hay nadie presente, ¿éste hace ruido?” desde el punto de vista de la física newtoniana la respuesta era “sí, por supuesto que hace ruido, porque el sonido son ondas que se generan como resultado del choque de la materia con la materia”, pero desde el punto de vista quántico la respuesta es otra. El árbol no hace ruido a menos que una conciencia lo configure de esta manera, en ausencia de una conciencia las partículas que componen el árbol así como las partículas con las que choca simplemente reaccionan de maneras impredecibles y no generan sonidos porque las partículas subatómicas no son ni partículas ni ondas. Son ambas cosas al mismo tiempo.
A la luz de estos descubrimientos ciertas cosas que tradicionalmente han sido clasificadas como espirituales toman un sentido más bien científico. La plegaria, la afirmación metafísica, la meditación y la visualización creativa son funciones elevadas de la conciencia humana, y estas funciones interactúan con la realidad de manera específica en el mundo quántico que es la matriz del mundo material, ya que es aquí donde la energía se convierte en materia.
El segundo aspecto que podemos conectar con lo espiritual es la descripción de estas partículas subatómicas que son los ladrillos de los que está formada la realidad. Estos ladrillos están formados en su 99,999 por ciento de vacío y solamente en un 0.001 por ciento de algo que ni siquiera es sólido, pero al menos tiene propiedades medibles. La realidad materialista que percibimos cambia radicalmente entonces. El universo conocido está principalmente formado por infinitos cúmulos de nada, de vacíos lo cual ya había sido descrito por las tradiciones antiguas de pensamiento, incluso por la masonería que inicia sus rituales diarios con una orden “Silencio Hermanos Míos”, dándonos a entender que lo primero que existe es el silencio, el vació, la luz obscura del judaísmo, o el AUM budista que se dice fue lo que antecedió a toda creación.
Este trabajo no puede ser tan extenso como para hablar de todos los descubrimientos de la física cuántica ni de sus implicaciones científicas, morales y espirituales, pero sí puedo decir que el descubrimiento de este nivel de la realidad es el descubrimiento del nivel de la generación divina y nuestra. Este es el mundo del alma y aunque las escuelas esotéricas promulgan la creencia en la generación y la inmortalidad del alma, la física cuántica nos lo demuestra y en eso radica su virtud.
Termino este trabajo con un breve listado de características de los tres mundos que componen nuestro universo y de los cuales dos ya han sido descubiertos y descritos por la ciencia, estos datos provienen del libro de “Conocer a Dios” del Dr. Deepak Chopra.


Características del mundo material o Universo visible:
• Los acontecimientos están definidos
• Los objetos tienen límites fijos
• La materia domina sobre la energía
• Es tridimensional
• Perceptible por los cinco sentidos
• El tiempo fluye en línea recta
• Cambiable
• Sujeto a decadencia
• Los organismos nacen y mueren
• Es predecible
• Causas y efecto son fijos


Características del Universo quántico:
• Se manifiesta la creación
• Existe la energía
• Empieza el tiempo
• El espacio se expande desde su origen
• Los hechos son inciertos
• Ondas y partículas se alternan unas con otras
• Sólo pueden medirse probabilidades
• Causa y efecto son fluidas, no se distinguen
• Nacimiento y muerte suceden a la velocidad de la luz
• La información esta inmersa en energía


Universo espiritual:

• Sin energía
• Sin tiempo
• Ilimitado, cada punto del espacio es cada uno de los otros puntos
• El todo existe en cada punto
• Silencio infinito
• Dinamismo infinito
• Correlación infinita
• Poder infinito de organización
• Potencial creativo infinito
• Eterno Inconmensurable Inmortal, mas allá de la vida o la muerte
• No causal

Cuauhtli Arau Tomado de: http://www.revistanatural.com/

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